Describiendo los momentos más significativos, pero sobre todo los sentimientos y las reflexiones suscitadas por la realidad encontrada, el Papa explicó la razón de su elección de ir tan lejos para encontrarse con un "rebaño" tan pequeño. Precisamente allí – dijo – se pueden encontrar "los signos de la presencia de Dios", porque el Señor no mira las apariencias, sino la simplicidad del corazón de quien quiere amarlo sin clamor:
“Y tuve la gracia de encontrarme en Mongolia con una Iglesia humilde, pero gozosa, que está en el corazón de Dios, y puedo dar testimonio de su alegría al estar también unos días en el centro de la Iglesia”